
lunes, 1 de diciembre de 2008
El mejor libro del 2008

viernes, 28 de noviembre de 2008
¿Michiko Kakutani o Harold Bloom?

Al expresar mi nostalgia por mejores tiempos para la figura del crítico me pregunto si no estoy haciendo un poco el ridículo. Claro: qué lástima no tener más en México a alguien como Paz o Zaid...
En mi entrada anterior decía yo que el mundo anglosajón parece atravesar hoy por las mismas penas. En ese contexto, me imagino que mi lamento se parece mucho a la nota de alguien ensalzando el nombre de Bloom por encima de los reseñistas habituales. En efecto, hace unos meses Tim Lisle (editor del Intelligent Life, revista de The Economist) publicó una encuesta titulada “Our Guide to the Best Critics”. En ella destacan algunos personajes realmente decisivos del escenario cultural británico y norteamericano como James Wood (New Yorker), John Carey (The Sunday Times) y Michiko Kakutani (The New York Times). Para realizar el censo The Economist se aseguró de consultar a grandes personalidades del medio, entre ellos a Ian Jack, el editor de Granta en épocas gloriosas. Curiosamente los encuestados coinciden en otorgarle a la crítica un lugar de peso en torno de cualquier reputación literaria. Así, son célebres las reacciones que Kakutani ha desatado entre Susan Sontag, Mailer o Jonathan Franzen (quien la llama “la Bush de la crítica”).
Según es usual en los sitios web de muchos diarios y revistas, al final de “Our Guide to the Best Critics” la página de Intelligent Life registra los comentarios del público. Uno de ellos —creo que anónimo— confiesa, aunque con otras palabras: “He leído a Bloom desde hace 40 años, pero ¿quién leerá a Kakutani dentro de esos mismos años...?”
lunes, 24 de noviembre de 2008
¿Quién lee a los críticos?

Con motivo de la reciente edición en inglés de 2666 esta nota se publicó en el NYT y, con las adaptaciones del caso, apenas si transcribe aquella oración que en boca de muchos ya hemos escuchamos aquí y allá.
Tiene razón Juan Malpartida: es lamentable la desaparición del crítico capaz de enseñarnos algo que, solos, no habríamos podido ver. Así lo escribe en su colaboración de Letras Libres de este mes:
“¿Quién necesita a los críticos? ¿Para qué los críticos? En cuanto a lo primero: las empresas, porque son una publicidad barata; en cuanto a lo segundo, soy más pesimista. Y sin embargo creo en la necesidad de la crítica, porque sigo creyendo que forma o debe formar parte de lo que otro crítico dijo modestamente: que es un diálogo culto que se mantiene con un interlocutor imaginario, y porque tiene o debería tener una dimensión política importante al mediar entre los productos de la cultura y los receptores de la misma. No sólo es opinión sino idea.”
La desaparición de la crítica, al parecer, sucede en todas partes, del cono Sur al medio peninsular --y entiendo que los norteamericanos pasan por el mismo mal (Sven Birkerts publicó hace tiempo un ensayo notable sobre el cierre de Partisan Review como ejemplo sintomático).
El problema, sin embargo, es que no hay qué ni a quién leer, a pesar de que aún existan aquellos dedicados a la reseña mensual (a veces yo entre ellos). En México los suplementos culturales prácticamente han desaparecido y las revistas con cierto espacio para la crítica pueden contarse con los dedos de una mano. Ahora bien, lo más grave es que la figura del crítico como tal carece ya de importancia. ¿Quién lo lee? A juzgar por lo que hay... confieso que yo no. Al último que seguí con regularidad fue a Christopher Domínguez pero antes no me perdía una nota de Pacheco, una reseña de Zaid o un ensayo de Paz. Hoy prefiero sumergirme en una entrevista en donde un autor (Piglia o Vila-Matas, Juan Gabriel Vázquez o Junot Díaz) habla de sí mismo, de su obra o los libros de los demás.
lunes, 29 de septiembre de 2008
Borges, Bioy y Vila-Matas

“Come en casa. Empezamos el cuento del que intenta enamorar a una mujer absurda y, porque no lo consigue, se enamora y se suicida. Después, recitando ‘Troy Town’ me orina largamente el piso del baño. ‘Estás miando fuera del tiesto’, le prevengo. Da un pasito hacia delante y sigue recitando a Rosseti y meando en el piso. Sale con los zapatos empapados. Me pregunta. ‘Una poesía como la de Rosseti, puramente literaria, puramente decorativa, ¿es lícita?’”
miércoles, 17 de septiembre de 2008
Revelaciones de María Kodama

Leí ayer en ADN (el suplemento de La Nación) algo que el diario ofreció como una revelación a propósito de los gustos musicales de Borges:
“Los Rolling Stones y los Beatles también ‘le encantaban por su fuerza increíble’, reseñó Kodama, quien recordó el día en que Mick Jagger se cruzó a Borges en el Palace de Madrid y le dijo que lo admiraba después de arrodillarse y tomarle la mano. Borges ‘un poco asombrado’ le preguntó quién era porque no veía y cuando Jagger se presentó le contestó: ‘Ah, uno de los Rolling Stones’.”
Se trata de una reproducción de las declaraciones de la viuda ante los micrófonos de BBC Mundo, en París, ciudad en donde se exhibe la muestra "El Atlas de Borges".
Lo cierto es que María Kodama viene diciendo lo mismo desde hace rato y parece que todavía hay quienes no sólo se lo toman en serio sino que lo presentan como una primicia. Hace un par de años, en la FIL Perú 2006 la viuda engatusó a los periodistas con el mismo cuento... Así lo consigna una entrada del blog de Iván Thays quien, por lo demás, nos remite a otra entrada de 2004, una nota graciosísima firmada por el narrador argentino radicado en Barcelona, Hernán Casciari:
“Estuve todo el fin de semana con un retortijón en el estómago por culpa de unas declaraciones de María Kodama a la prensa española: ‘A Borges le gustaba Pink Floyd’, aseguraba, muy alegre de cuerpo, la viuda. Y no es que esté en contra de la música moderna; lo que me pone los pelos de punta es esta moda, contemporánea y ruin, de que los herederos saquen a relucir las intimidades de sus parientes inmortales. Sobre todo cuando lo que cuentan son esas pequeñeces de entrecasa que los muertos más han querido esconder.
Hay muchas maneras de disfrazar nuestra mediocridad doméstica. La más difícil de todas, está claro, es ser un genio. Los pocos que logran escribir un par de poemas inolvidables, o pintar cinco cuadros gloriosos, o patear todos los tirolibres al ángulo, o componer tres canciones de las llamadas clásicas, deberían tener eternamente perdonado que hayan meado en vida la tabla del inodoro, o que hayan votado a la derecha, o que un día atropellasen a una vieja en el auto y se hayan dado luego a la fuga.”
miércoles, 10 de septiembre de 2008
Vidas perpendiculares

"Estamos ante una novela histórica porque su materia novelesca se nutre, si no me aventuro muy lejos, de algunas de las ideas del filósofo y jurisconsulto napolitano Giambattista Vico (1668-1745). Enrigue, con una profunda y divertida lucidez, juega con esas fases de la historia universal que van y vienen a través de corsi y recorsi, siempre y cuando haya una mente capaz de recurrir a la penetración imaginaria, al don de la fantasía, para convocarlas."
viernes, 29 de agosto de 2008
Paz y Cortázar bailando
Cartas a Tomás Segovia, Fondo de Cultura Económica, 2008.