miércoles, 10 de septiembre de 2008

Vidas perpendiculares

Vidas perpendiculares es una novela de estructura compleja y, a veces, complicada. Por los destellos de humor y buena prosa, muchos de sus capítulos son realmente admirables aunque, en otros, al narrador se le escaparon varias lagartijas (la imagen es de Paz Soldán). Ahora bien, estos posibles cabos sueltos no me parecen un obstáculo suficiente para no reconocer que Álvaro Enrigue es uno de nuestros novelistas más sólidos. Tanto que, contra lo que suele suceder cuando nos encontramos ante una trama difícil pero inútil, con Vidas perpendiculares se antoja una segunda lectura, seguros de que sus páginas aún nos reservan algo.

No sé muy bien qué sea ese algo y, al cabo, cada quien su lectura. Las hay tan extrañas que –al oírlas– uno se queda con la boca abierta, titubeando bajo la fuerte impresión de haber llegado a otra casa… ¿Leímos el mismo libro? A propósito de Vidas perpendiculares escribe Christopher Domínguez en El Ángel de este fin de semana:

"Estamos ante una novela histórica porque su materia novelesca se nutre, si no me aventuro muy lejos, de algunas de las ideas del filósofo y jurisconsulto napolitano Giambattista Vico (1668-1745). Enrigue, con una profunda y divertida lucidez, juega con esas fases de la historia universal que van y vienen a través de corsi y recorsi, siempre y cuando haya una mente capaz de recurrir a la penetración imaginaria, al don de la fantasía, para convocarlas."

Pues sí. Y me imagino que no faltará quien piense que la novela de Enrigue es, en realidad, una puesta en práctica de la técnicas narrativas de Jeffrey Lieber… Y ahora que lo escribo advierto que, después de todo, las intersecciones espacio temporales de Lost pudieran tener también una deuda inconfesada con Vico...

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